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PRINCIPALES TIPOS DE PRESAS: CÓMO Y POR QUÉ CONSTRUIR ESTAS INFRAESTRUCTURAS

De distintos materiales, tamaños y tipologías, las presas cumplen un cometido esencial para el desarrollo de las sociedades, necesariamente vinculado a la disponibilidad de agua

Los humanos hemos intentado domar el curso de los ríos prácticamente desde el inicio de los tiempos. La construcción de presas para retener el agua en un cauce fluvial fue un ejercicio que ya pusieron en práctica en la antigua Mesopotamia para controlar el Tigris y el Éufrates. Más tarde, los romanos sentarían las bases constructivas de estas infraestructuras que han trascendido épocas hasta llegar a la era actual, marcada por la construcción de presas colosales en grandes ríos. Algunas, como la presa de Asuán, en el Nilo, o la de las Tres Gargantas, en el Yangtsé, pueden resultar familiares hasta en las esferas más alejadas de la ingeniería civil.

En la Comunidad de Madrid, la primera gran presa fue la del Pontón de la Oliva, cuya vida útil fue bastante efímera. Mejor suerte corrió El Villar, que lleva en servicio casi 150 años (sus obras finalizaron en 1882). Hoy, en Canal de Isabel II gestionamos más de una decena de presas de gran tamaño (son «de gran tamaño» aquellas con más de 15 metros de altura).

Cada una de ellas tiene sus particularidades, pues las presas son como los zapatos: responden a los más diversos tamaños, materiales y tipologías. Ahora bien, todas se cobijan bajo un denominador común. Como dice José Luis García, responsable de Operación en el Área de Explotación de Presas y Pozos: «Lo indispensable en una presa para formar un embalse es que sea impermeable y resistente».

A la hora de construir una presa influyen infinidad de condicionantes, empezando por el emplazamiento. Pero antes incluso de decidir el enclave donde levantarla, habría que preguntarse el porqué y el para qué se quiere construir. Aquí caben cinco puntos básicos: el agua almacenada puede utilizarse para abastecer a una población, para regadío, para usos recreativos, para aprovechamiento energético y para prevenir inundaciones aguas abajo.

Presas de fábrica: gravedad, arco gravedad y bóveda

 

En términos generales, dentro del inventario de presas, el material más empleado en la construcción de estas infraestructuras ha sido el hormigón, debido a las prestaciones que ofrece de estanqueidad, resistencia y durabilidad. También pueden ser de mampostería, como las citadas del Pontón de la Oliva y El Villar. Ambas tipologías, en cualquier caso, se encuadran dentro de las llamadas presas de fábrica.

Las presas que gestionamos desde Canal de Isabel II son mayoritariamente de fábrica. En cuanto a su estructura, se pueden diferenciar tres tipos: gravedad, arco gravedad y bóveda gruesa.

Presas de gravedad

Las de gravedad, a su vez, son las más habituales. En estas presas, su propio peso es el encargado de resistir el empuje del agua. «Son muy anchas en la base y eso es lo que permite distribuir bien las cargas al cimiento», explica José Luis García. De hecho, su estructura recuerda a la de un triángulo. El paramento de aguas arriba suele ser prácticamente vertical, y el de aguas abajo está inclinado. Por su tamaño, son presas que requieren de una gran cantidad de hormigón. En Madrid, son ejemplos de presas de gravedad, entre otras, las de Pinilla, Riosequillo, El Vado, La Jarosa, Navalmedio, Navacerrada, El Villar o Puentes Viejas (estas tres últimas de planta curva).

Sección de la presa de Riosequillo, de gravedad

Sección en 3D de la presa de Riosequillo, de gravedad

 

Presas de arco gravedad

Por su parte, las presas de arco gravedad suponen una evolución de las anteriores. Tienen forma curva para dirigir los esfuerzos hacia los estribos de la cerrada, es decir, a las paredes exteriores del valle, que sirven de apoyo. La presa de La Aceña, en la cuenca del Alberche, es el único ejemplo de esta tipología en el seno de Canal. «Posee una sección más estrecha en su base, lo que junto con su altura la hace también más esbelta, pues al tener el componente curvo del arco, se traslada el esfuerzo a las márgenes», apunta García. Las presas de arco gravedad no necesitan tanta cantidad de material como las de gravedad convencionales.

Presa de La Aceña, de arco gravedad

Presa de La Aceña, de arco gravedad

 

Presas de bóveda

Finalmente, encontramos en la Comunidad de Madrid dos ejemplos de presas de bóveda: El Atazar y Pedrezuela. Las presas bóveda son características por su doble curvatura, tanto en el plano vertical como en el horizontal. «La curvatura vertical permite una sección mucho menor que en las presas de gravedad y una distribución adecuada de los esfuerzos tanto a la cimentación como a las laderas», relata el ingeniero. Estas presas se construyen con hormigón, siguiendo sistemas más complejos y costosos pero que las hacen más eficientes.

Sección en 3D de la presa de El Atazar, de tipo bóveda

 

Presas de materiales sueltos o de escollera

 

Al margen de las presas de fábrica y de sus diferentes subtipos, existe otra clase de presas que poco tienen que ver con las anteriores: son las presas de materiales sueltos. Estas se levantan con agregados de elementos naturales pétreos como pueden ser arenas, gravas, arcillas, limos, etc., por lo que, aunque suelen ser de gran tamaño, a menudo resultan menos costosas que las de hormigón, sobre todo si los materiales se pueden extraer de la propia excavación del vaso o de canteras cercanas, como ocurrió en el caso de la presa de Valmayor, en el río Aulencia. Dentro de la tipología de materiales sueltos, la presa de Valmayor es de escollera y con pantalla asfáltica aguas arriba.

¿Y cómo se construyen estas presas de escollera, que no llevan un encofrado al uso? Pues bien, «en primer lugar se delimita topográficamente el perímetro de la presa en la base y se van vertiendo por fases los bloques de roca según la geometría de la sección en planta y en alzado», responde García. Y añade: «Dado que los materiales suelen tener un tamaño similar, estos bloques van encajando entre sí, formando la “montaña” que constituirá la presa».

Esa escollera por sí misma, claro está, no sirve para asegurar la impermeabilidad del cuerpo de la presa. La solución pasa, entonces, por incorporar un elemento que impida que se infiltre el agua a través del muro. «Aguas arriba se coloca una pantalla de hormigón asfáltico con el que se consigue la impermeabilidad de la estructura», resuelve nuestro compañero.

Sección de la presa de Valmayor, de escollera

Sección en 3D de la presa de Valmayor, de escollera

 

Aparte de la presa de Valmayor, la otra presa de escollera que gestionamos en Canal se encuentra en Manzanares El Real. Las longitudes de coronación de ambas exceden los 1.200 metros, lo cual explica que este tipo de presas sean más propicias en cerradas (punto concreto del terreno donde se encajan) de gran extensión, como ocurre en estos dos casos.

En resumen, independientemente de sus materiales, formas, tamaños o tipologías, las presas cumplen un cometido esencial para el desarrollo de las sociedades. Principalmente porque sus embalses asociados permiten reservar grandes volúmenes de agua para el consumo humano, aparte de ofrecer protección contra las precipitaciones extremas y las grandes avenidas, al regular el curso de los ríos. Y todo ello con la posibilidad, además, de generar energía limpia gracias al agua que almacenan.



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