Lejos de la imagen que proyectan en el ideario colectivo, muchas veces asociadas a la suciedad y los olores desagradables de las aguas residuales, las depuradoras cumplen con un rol medioambiental que seguramente no habías imaginado, y que va más allá del cuidado de los ríos. En la actualidad, las plantas de depuración se han convertido en verdaderos yacimientos urbanos, capaces de brindar recursos tan valiosos como el biogás y, derivado de este, el biometano, un combustible limpio con el que se pueden repostar vehículos.

En las depuradoras, la contaminación del agua residual se concentra en forma de fangos. Y es el tratamiento de estos fangos mediante digestiones anaerobias lo que termina por producir grandes cantidades de biogás. El punto fuerte del biogás es su versatilidad, pero, sobre todo, que es inagotable, pues su origen está en la materia orgánica líquida que generan los ciudadanos y que reciben a diario las depuradoras. Además, es una energía almacenable.

Como las ciudades generan agua residual constantemente, la producción de biogás es ininterrumpida. 23 de las 157 depuradoras que gestionamos en Canal de Isabel II están dotadas de la tecnología necesaria para poder producir biogás. Pueden parecer pocas, pero la magnitud de estas instalaciones y la carga contaminante que tratan es lo que marca la diferencia. Estas 23 grandes depuradoras tratan el 87 % de la carga en términos de habitantes equivalentes. De ahí que a lo largo de un único año podamos producir más de 50 millones de metros cúbicos de biogás.

El biogás está compuesto mayoritariamente por metano (en torno al 60 %) y por CO₂ (en torno al 40 %). Si se le despoja de este último compuesto, el dióxido de carbono, entonces se convierte en biometano. Este proceso de enriquecimiento se da en una de las depuradoras de Madrid capital: la EDAR de Viveros. Allí, gracias al uso de tecnologías de membranas de permeabilidad selectiva, tenemos instalada una «gasinera» que puede filtrar el biogás para producir hasta 5 Nm³/h de biometano.

De esta forma, aunque el destino principal del biogás es la cogeneración eléctrica, un pequeño porcentaje lo destinamos a la producción de biometano para su inyección en vehículos corporativos. Desde que entró en servicio nuestra «gasinera», en enero de 2020, se han repostado más de 4.000 kg de biometano. Con ellos se han podido recorrer más de 100.000 kilómetros (un coche consume de media 4 kg cada 100 km).

Lo verdaderamente reseñable del biometano es que es un combustible limpio y sostenible. De hecho, la reducción de emisiones en los vehículos que utilizan biometano es drástica: no emiten partículas ni dióxido de azufre, reducen en un 85 % los óxidos de nitrógeno, sus emisiones de efecto invernadero son neutras y reducen un 50 % las emisiones acústicas. Nada mal para ser un combustible que empieza a generarse en el váter de nuestras casas.