MALLAS DE NAILON QUE ATRAPAN RESIDUOS EN ALIVIADEROS
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MALLAS DE NAILON QUE ATRAPAN RESIDUOS EN ALIVIADEROS
Cada vez más aliviaderos de la red de alcantarillado cuentan con sistemas de retención de residuos que evitan contaminar los cauces con los desechos que arrastran las lluvias durante los episodios de precipitaciones intensas
En la margen izquierda del arroyo Humanejos, a su paso por Parla, 14 cestas de nailon atestadas de porquería yacen en un aliviadero al borde del cauce. Embutidas dentro de estas mallas hay hojas de árboles, decenas de toallitas apelmazadas y, en general, desechos de todo tipo y condición.
Toneladas de basura habrían acabado en este afluente del Tajo de no ser por estas telarañas diseñadas específicamente para retener residuos. Son sustituidas por unas limpias cada vez que se llenan: normalmente tras episodios de lluvias intensas que sobrecargan la red de alcantarillado y que arrastran consigo oleadas de suciedad.
A grandes rasgos, «el 60 % de los residuos que retenemos de esta forma en los aliviaderos proviene del lavado de las calles y el resto, de las viviendas; por eso es muy importante concienciar de que, ya sea en nuestra casa o en la vía pública, hay que usar las papeleras o el cubo de basura para desechar los residuos sólidos; solo así podemos ayudar a nuestros ríos», defiende Manuel Rodríguez, subdirector de Conservación de Infraestructuras de Canal.
Las precipitaciones intempestivas son las que normalmente ponen en jaque al sistema de drenaje y saneamiento de las ciudades. «En tiempo seco, las aguas residuales van a parar directamente a las depuradoras, pero en tiempo de lluvia, el caudal excedente que circula por la red de saneamiento, si no puede almacenarse previamente en tanques de tormentas, se evacúa directamente a los cauces a través de los aliviaderos», recalca el técnico.
Ya sea por los sedimentos depositados en los colectores o por los sólidos desechados incorrectamente en la superficie, el agua de lluvia provoca un barrido que arrastra gran cantidad de residuos: productos de higiene personal, botellas, colillas... frenarlos a tiempo antes de que lleguen a los ríos representa un gran desafío. «El sistema más efectivo son los tanques de tormentas, pero requieren mucho terreno para poder construirse y exigen una gran inversión», admite Rodríguez. En su defecto, instalar elementos de retención en los aliviaderos supone una solución más sencilla y económica para impedir vertidos contaminantes.
OBJETIVO: PROTEGER MÁS DE MIL ALIVIADEROS
La red de alcantarillado que gestiona Canal en la Comunidad de Madrid recorre unos 15.000 kilómetros y cuenta con aproximadamente 1.200 aliviaderos. La empresa pública ya ha empezado a equipar muchos de ellos. «Nuestra idea —explica el subdirector— es instalar elementos de retención en todos los aliviaderos, ya sean mallas, rejas o rototamices que devuelven los residuos al colector».
Cualquiera de estos sistemas se coloca siempre dejando un hueco libre en la parte superior de la conducción de desagüe, de tal forma que permita pasar el agua cuando las cestas están colmatadas.
Cada una de las catorce redes instaladas en el arroyo Humanejos mide dos metros de largo, tiene 30 centímetros de diámetro y puede retener unos 300 kilos de residuos. Pese a su capacidad, se llenan y han de cambiarse con cierta frecuencia, especialmente en épocas húmedas.
En cualquier caso, por mucho que estos sistemas de retención eviten contaminar los cauces, no dejan de ser remedios paliativos. La solución definitiva está en el origen porque, como apunta Manuel Rodríguez: «Estos residuos no se generan espontáneamente en los colectores». Para el técnico, la clave está en la educación ambiental y en entender que el cuidado de los ríos empieza en nuestra casa.
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